En la segunda mitad del siglo XIX, Japón sufrió una serie de drásticos cambios en lo que se conoce como Restauración Meiji. En este corto espacio de tiempo, Japón pasó de tener una sociedad y economía prácticamente de corte medieval a una revolución industrial con todas sus características. Veamos cómo consiguieron adaptarse los japoneses a esta época de cambio y cuál fue el proceso que tuvieron que sufrir algunos estamentos como los samurái que sin ninguna duda fueron las grandes víctimas de esta era Meiji.
Prácticamente la totalidad de todos los países occidentales han vivido algún periodo de revuelta o revolución entre los años 1600 y 1850. América latina, que se sublevó de la metrópolis española y consiguió la independencia, lo mismo que EEUU. Francia e Inglaterra vivieron duras revoluciones y otros países vivieron periodos de transición a la democracia. Pero si nos fijamos en Japón, nos damos cuenta de que realmente, en el periodo citado anteriormente, no pasó absolutamente nada. No hubo conflicto armado ni revolución. Vivió un periodo de paz francamente inusual puesto que Japón había sido tradicionalmente un país constantemente en guerra civil. En torno al año 1600, una familia noble se hizo con el control de Japón y empezó a gobernar con un equilibrio más o menos precario pero efectivo. La familia Tokugawa. Y su shõgun en 1600, Ieasu Tokugawa. Realmente el poder de facto de los Tokugawa, lo único que hacía era mantener el equilibro de poder. Unos prestidigitadores políticos que consiguieron hacer que Japón no entrara en guerra en 250 años. ¿Cómo lo consiguieron?, fácil. Cerraron a cal y canto las puertas de Japón al resto del mundo. Resultado: equilibrio. Esto dio estabilidad pero a la larga fue algo bastante grave, porque estábamos en el año 1850 y los japoneses portaban aún espadas samuráis o mosquetones como los que llevaba el Capitán Alatriste en el s. XVII, y estábamos en pleno s. XIX. En EEUU, Francia o Gran Bretaña ya disponían de barcos acorazados, ametralladoras y cañones de artillería de muchísimo calibre. Era sólo cuestión de tiempo que alguna potencia del resto del globo, se dignase a posar sus ojos sobre Japón y a decidir que aquello era un terreno sin sembrar. Había que ir allí y así sucedió.
Japón era un mercado totalmente yermo y virgen para que cualquier potencia viniera a vender sus productos.
Los barcos negros
En 1853 el Comodoro Matthew Perry arriba a las costas de la antigua Edo y ancla sus imponentes barcos de guerra equipados con motor a vapor y una fuerza bélica sin precedentes hasta la fecha. Los llamados "kuro fune" (黒船), así llamaron los japoneses a sus cuatro barcos de guerra, que aparecieron ahí de repente, asustando tanto a la población. Porque aunque era un ingenio tecnológico que ellos no conocían y que habían visto pasar de lejos alguna vez, realmente no los habían visto de cerca y eran barcos de vapor. Matthew Perry estuvo fondeado allí durante meses esperando que los japoneses le preguntaran qué hacía allí, porque la ley japonesa prohibía tal desacato. Así lo hicieron y el Comodoro respondió que en un año volvería con mucha más potencia bélica y que mejor sería que se pensaran su ofrecimiento: abrir el comercio a EEUU. Y así lo hizo. Los japoneses que habían intentado fortificar algunas islas y algún barco más avanzado, vieron que no era posible presentar batalla ante el potencial estadounidense y decidieron firmar el tratado de Amistad y Comercio de Kanagawa. Un tratado en el que los japoneses claudicaban ante las peticiones de Perry y de los EEUU.
Esto dio en una enorme debilidad por parte de la familia Tokugawa. El shogunato estaba tocado de muerte. Porque precisamente el título de shōgun era definitorio de ser protectores contra los bárbaros, tenían que garantizar y preservar la independencia de los japoneses. Y, definitivamente, no lo estaban consiguiendo, porque poco tiempo después el resto de potencias entraron y firmaron otros tantos acuerdos comerciales que hicieron que Japón entrara en barrena cultural y social. El malestar político era muy grande. Así que muy pronto diversos territorios japoneses se revelaron, social y económicamente. Unos cuantos territorios Chōshū, Tosa y Satsuma, —todos situados al suroeste de Japón—, empezaron a ser más independientes. Empezaron a hacer comercio por su cuenta, empezaron a hacer fábricas de diferentes materias primas que procesaban y manufacturaban productos y también empezaron a comprar maquinaria y barcos de guerra. Hasta tal punto que igualaron entre los tres el mismo armamento que tenía el gobierno de Japón. Se empezó a crear un caldo de cultivo que desembocó en un hecho excepcional e inédito; en 1863 el emperador en persona salió a la vida pública y anunció claramente que tenían que expulsar como fuera a los bárbaros. El emperador y su ascendencia llevaban encerrados en su palacio más de 200 años, —ya que la función del emperador en el gobierno de los Tokugawa era meramente ornamental en tanto en cuanto a decisiones gubernamentales de cualquier índole—, 10 años después de la aparición de Mathieu Perry, el emperador Komei no aceptó ya más esa ingerencia por parte de los occidentales y llamó a su pueblo a la insurrección, contra el comercio que arrasaba al archipiélago. Y así, el emperador contradijo activamente al shogunato de los Tokugawa. Conmina su población, a los nobles, a todo japonés de bien a unirse activamente al rechazo de todo lo proveniente de los bárbaros.
Es entonces cuando los dominios del sur de Japón, sobre todo Chōshū se revelan totalmente contra las potencias de ultramar. La consecuencia es que estadounidenses, franceses e ingleses, bombardean las costas de Chōshū en la Batalla de Shimonoseki haciendo que Chōshū quede gravemente dañada, teniendo que pagar indemnizaciones y teniendo que firmar tratados comerciales todavía más sangrantes para Japón, lo cual aún deja más en evidencia al shogunato de los Tokugawa, cuya misión de proteger la isla contra las injerencias de afuera, queda totalmente en entredicho. Y así, empieza un proceso de rebelión interna por parte de estos territorios que empiezan a plantar cara a los Tokugawa, dando lugar a que en 1866, recién fallecido el emperador Komei, se levante en armas una guerra civil que da como vencedores precisamente a los territorios de Chōchū, obligan a abdicar a los Tokugawa y obligan a borrar de la faz de la Tierra el título de Shōgun. A partir de entonces el hijo del emperador Komei de nombre Mutsuhito, y más conocido como Emperador Meiji, sube al poder con apenas 15 años de edad, un infante que apenas había salido de su palacio, que había vivido aislado, sin apenas preparación, que era fácilmente manipulable por la familia de Chōshū y que en 1868 inaugura la era Meiji. Muy célebre es el transcurso del emperador que cambia su sede de Kioto a la ciudad de Edo, la ciudad que había construído los Tokugawa para su poder. Edo pasó a llamarse: Tokio (capital del oeste) siendo además la nueva casa del emperador.
Meiji temprano
El nuevo gobierno de Meiji no era sino un cambio de manos en el poder. De la familia Tokugawa pasó a una serie de políticos, la mayoría de ellos proviniendo de Choshū y de Satsuma aunque el cambio de mentalidad fue evidente. Hicieron firmar al emperador la llamada "Carta de juramento".
Por este juramento, establecimos como nuestro objetivo la creación de la riqueza nacional sobre una base amplia y la formulación de una constitución y leyes.
- Asambleas deliberantes serán ampliamente establecidas y todos los asuntos resueltos por discusión abierta.
- Todas las clases, altas y bajas, se unieron al llevar a cabo vigorosamente la administración de los asuntos de Estado.
- La gente común, no menos que los funcionarios civiles y militares, todos serán autorizados a seguir su propia vocación por lo que no puede haber ningún descontento.
- Las malas costumbres del pasado serán quebradas y todo lo basan en las justas leyes de la naturaleza.
- El conocimiento será buscado en todo el mundo con el fin de fortalecer los cimientos del gobierno imperial.
En la carta se prometen cinco puntos pero el más curioso es el número 5, que nos habla de explorar el mundo en busca de sabiduría y conocimiento.
"El emperador, la emperatriz, el príncipe heredero y las damas de la corte en una excursión al parque Asuka". "El emperador disfruta de una noche fría". "Un concurso de damas elegantes entre las flores de cerezo". "Un espejo de la nobleza de Japón: el emperador Meiji, su esposa y el príncipe Haru". "Una escena de la dieta japonesa". "Crisantemos en flor en un jardín de otoño". "Niños jugando en la nieve debajo de ciruelos en flor". "El Emperador Meiji se prepara para abandonar el palacio en el carro Fénix". "Excursión para ver flores de cerezo junto al río Sumida". "Ilustración de flores de cerezo en flor en el parque de Ueno". "Ilustración de cantar en el jardín de ciruela". "Ilustración del jardín refrescado después de la lluvia". "Promulgación de la Constitución de Meiji". "Emperador y emperatriz Meiji - Colores de otoño". "Emperador Meiji, emperatriz, príncipe heredero y asistentes de la corte en ropa occidental / pareja real con crisantemos". "Emperador Meiji, emperatriz, príncipe heredero y asistentes de la corte en ropa occidental". "Procesión fuera del Palacio Imperial de Tokio con el emperador Meiji y su consorte". "Visita de la Emperatriz a la Tercera Exposición Nacional de Promoción Industrial en el Parque Ueno". Excursión en barco de flores de cerezo en Phoenix - Emperador Meiji Festival en el barcoy torpedo Kagoshima Rebelión - Héroes y Guerrera Nihonbashi - Kokon Tokyo Meisho
Y se lo tomaron al pie de la letra. En ese mismo año, diferentes delegaciones de japoneses fueron enviadas a diversas partes del mundo; Francia, Reino Unido, Alemania, EEUU, Holanda... para conocer cómo se hacían las cosas allá por occidente, imitar al 100% todo lo que hacían en el extranjero, ponerse a la altura y, quién sabe si algún día, superarles en su propio terreno. Una estrategia a largo plazo y necesaria a todas luces, necesaria ya que mientras ellos trataban de reconstruir su país, las líneas comerciales estaban abiertas y eso no era lo deseado por el pueblo japonés. Y así, en sólo tres años, Japón tenía una policía que se parecía mucho a la prusiana, una flota que se asemejaba mucho a la británica y un sistema legal que se había copiado casi punto por punto, del francés.
Durante sus viajes, los políticos japoneses se dieron cuenta de que sus sistema político no tenía ningún parecido con nada que hubiese en el mundo. Un ejemplo de ello era que en Japón, todos los territorios recaudan sus impuestos por separado. Hasta aquella época, los Tokugawa sólo recaudan el 20% de los impuestos, el 80% restante lo recaudaba cada señor feudal para sí mismo. Y cada señor feudal tenía su propio ejército y podía establecer relaciones comerciales por su cuenta. Esto había que cortarlo de raíz.
Japón tenía que estar centralizado bajo el mando de un auténtico gobierno comandado por el emperador —aunque éste fuera un mero títere—. Tenía que sufrir un severo cambio político y también social. De repente se dieron cuenta de que la sociedad no se tenía por ningún lado, si es que tenían que competir con occidente. La actual sociedad estaba totalmente estratificada; Si antes de 1860 nacías campesino, morías campesino. Si nacías shōgun, morías shōgun y si nacías en una familia de contables, morías como tal, por mucho que no te interesara la profesión o sencillamente, no sirvieras para ello. Uno de los estamentos más curiosos el relativo a los samuráis estando sujeto a los mismos preceptos de nacer y morir como samurái, no tenían parangón con ningún otro estamento social del mundo. Los samuráis eran una especie de policía en aquella época. Ellos mantenían el orden a su alrededor en nombre del señor feudal que le tocara y a cambio, se dedicaba a las artes militares y la vida contemplativa para luego cobrar un estipendio —un sueldo de por vida—, que era muy alto. Tanto, que la mitad del presupuesto de Japón se iba en pagar a los samuráis. Pensemos que, antes del período Edo, un samurái caía en batalla, probablemente a los 25 años, mientras que en 1868, éstos llegaban a viejos y a su vez tenían hijos, muchos, y todos cobrando ese mismo estipendio de por vida.
Se prohibieron las espadas. Se intentó cambiar la imagen de los samuráis. Se importaron a Tokio más de 600 barberos de Francia, intentando que esos moños y cortes propios de la casta fueran postergados, en vistas de tener un peinado más occidental. Los ropajes amplios que vestían se sustituyeron en el ejército por unos uniformes de pantalón y chaqueta. Una imagen mucho más occidental. Claro está, esto sólo eran cambios estéticos así que el estipendio público que cobraban los samuráis se sustituyó por una pequeña pensión la cual, evidentemente, no gustó a la clase samurái que se vio abocada a buscar otras fuentes de ingreso en pro de mantener la vida que, hasta el momento, habían llevado. Ahora bien, no tenemos que olvidar que los integrantes del gobierno Meiji no eran sino samuráis de alto rango que habían decidido cambiar los estamentos, tal fue el caso de Saigō Takamori.
Saigō Takamori fue uno de los más ancianos gobernantes de Meiji pero pronto cayó en la cuenta de que la corrupción no le estaba gustando y que todo el cambio social estaba siendo demasiado abrupto para su gusto. Saigō, volvió a su tierra, Satsuma. Allí empezó a adiestrar a su gente en las técnicas de guerra samuráis ancestrales, lo cual preocupó bastante al ejército. Takamori estaba convencido de que el emperador estaba en un error y de que tenía que convencerlo de volver, al menos, a algunas de las tradiciones japonesas y en 1877 ordenó a su ejército recién adiestrado a marchar sobre Tokio sin apenas llegar a la capital, puesto que el moderno ejército gubernamental modernizado le salió al paso y lo aniquiló. No obstante, el emperador Meiji, pasados los años, en 1891 y ya siendo más maduro, perdonó a Saigo Takamori entendiendo que lo único que quería el samurái era preservar la tradición y el arraigo ancestral de Japón siendo declarado "Héroe trágico" el 22 de febrero de 1889. Este cambio en la clase samurái solo fue la punta de lanza ante una serie de revueltas sociales que se dieron en todo el periodo Meiji. Sobre el papel, entender que todo japón abrazó la modernidad con facilidad y una fuerza fuera de toda duda, pero no podemos olvidar que la revolución industrial que venían llevando a cabo durante 20 años tuvo sus malas consecuencias. Sociales y económicas.
En cosa de cinco décadas tuvieron que pasar de vivir en la Edad Media a entrar de lleno al siglo XX y empiezan a firmar tratados con potencias occidentales, ya que de otra forma no hubieran podido moverse con la premura necesaria. Tratados arancelarios muy perjudiciales, en un principio, para Japón. Es decir, ministros que poseían empresas ferroviarias, mineras, de grandes industrias de reciente creación. Comenzaron a comprar bienes de equipo a occidente, a explotar los recursos que había en el archipiélago y a vertebrarlo con vías de acero en el S. XIX.
En Japón no existía la clase obrera antes del año 1860. La primeras fábricas que habían surgido diez años antes, hicieron que muchos de los campesinos que no podían pagar los tributos al gobierno central, se viesen obligados a vender sus terrenos y a emigrar a las ciudades para acabar convirtiéndose en carne de cañón para las fábricas, y en éstas se trabajaba de sol a sol, en unas condiciones infrahumanas, empleando a mujeres y niños pequeños, fabricando en máquinas importadas de Manchester las cuales cundían mucho más que las antiguas hilanderas japonesas. Esto pasó en todo el mundo, pero en Japón el cambio fue muchísimo más brusco. El país se vio obligado a crear nuevas escuelas y nuevas universidades, pero éstas llegaron más tarde, con lo cual, como pasó en todas revoluciones industriales de todos los grandes países industrializados, una generación entera se perdió por el camino. Una generación que vivía en las mismas fábricas y que sufrían horribles accidentes laborales. En esto, Japón no fue una excepción.

Algunos ejemplos reconocibles de lo que fue la revolución industrial en Japón
- 1870. Un hombre de 35 años Llamado Yataro Iwasaki, que proviene de una familia samurái de la provincia de Tosa, y habiendo conocido en Nagasaki a comerciales occidentales, arrenda tres barcos de vapor obsoletos y funda la compañía De correo “Tres diamantes” usando estos barcos para transportar correo entre las islas. No tarda en convertirse en la compañía naviera más grande del país, llegando a la construcción naval y a también a las minas de carbón y metal, siendo estos los escasos recursos naturales que tiene el país. “Tres diamantes”, literalmente “Mitsubishi”.
- 1876. Hashibe Tanaka. Funda una empresa fabricante de componentes para telégrafos. La primera. En 1890 en Tokio se crea Tokio Denki, primeros fabricantes de lámparas eléctricas. Estas dos se fusionan y en 1939 y fundan Tokio Shibaura Denki. Popularmente conocida como Toshiba.
- 1878. Un armador de Kagoshima hijo de un comerciante de Kimonos. Funda en Tokio un astillero. Pronto, la Expansión naval nipona llevará a su compañía a construir el primer barco de vapor japonés. Su fundador Kawasaki Shozo. Kawasaki.
- 1889. Un joven artesano, Fusajiro Yamauchi, abre en Kioto una pequeña tienda en la que se fabrica y vende el popular juego japonés Hanafuda. Tras dificultades, logra salir adelante vendiendo a locales de juego. Esta pequeña tiendecita que llevaba por nombre Nintendo (traducción literal: "Déjale la suerte al cielo" .
- 1911. Un ingeniero mecánico japonés, que se forma en occidente. Al volver a su país (importando conocimiento). Funda en un distrito de Tokio la primera compañía automovilística de Japón. Nissan Motor Company. Su fundador Masajiro Hashimoto.
- 1912. Tokuji Arakawa. Funda un taller de metales en Tokio e inventa el portaminas, uno de sus primeros productos de nombre: Ever Sharp Mechanical Pencil. Sharp.
- 1926. Doctrina Jicoda (método de los 5 porqués para abordar un problema) Skichi Toyoda. Toyota Systems.
Japón en la conquista
Se había plantado el germen de la resurrección japonesa. Desde que Matthew Perry apareció con sus naves negras en 1853, el país estaba espabilando, demostrando un quehacer encomiable y una manera de trabajar inédita en el resto del mundo. Los japoneses sabían lo que se hacían y lo demostraron con creces ya a final del s. XIX.
Cuando un país disciplina su ejército, lo moderniza e invierte muchísimo dinero en él, le sirve para defenderse... y también para atacar.
Con todo el progreso que había desarrollado, Japón seguía siendo un "país de segunda clase" y los tratados de extraterritorialidad a los que estaba sometido seguían siendo una deshonra. Necesitaban ser tratados fehacientemente como un país moderno, necesitaban una educación superior, avances tecnológicos, una constitución, una prensa libre, una bandera, un himno. Y así lo hicieron. Aún así , las potencias no les quitaban los "tratados desiguales". Se dieron cuenta de que lo único que les faltaba era una política expansionista en pos de conseguir su independencia. Empezaron a mirar hacia el continente y así se dio la Primera guerra chino-japonesa, siendo esta la primera victoria militar del Japón moderno y, solamente diez años después en 1905, se enfrentaron directamente contra el gigante ruso por el control de la zona Corea. Rusia quedó completamente abochornada cuando los japoneses les pasaron por encima. Japón ya tenía un hueco en el panorama internacional enfocándose a lo que sería el Gran imperio japonés. Aún no había muerto el emperador Meiji y Japón ya era una gran potencia.

Documentación relacionada:
Fuentes:
- Harold Billiton - "Japón Meiji"
- "El podcast del búho" - El Japón Meiji
- Podcast "Antes de medianoche" Historia de Japón II: de la restauración Meiji hasta nuestros días.
...interesante, mucha información útil y explicada muy a detalle. Me gustó.