Más de 3000 cortesanas (Oiran) y geishas, ofrecían sus servicios en Yoshiwara, el distrito recreativo de Edo. Yoshiwara —actualmente los barrios de Nihonbashi y Ningyōchō —, estaba regulado por el gobierno y constituía un modo efectivo de mantener controlada a la inquieta población masculina.
Los samuráis pasaban sus horas de ocio y dilapidaban sus magros salarios en sus tentadores ensueños. Yoshiwara era un lugar de fábula para los hombres de Edo. Les proporcionaba sueños, fantasía, imaginación y pasión. Era una especie de "Hollywood" donde la "celebridad" era muy importante.
Cerrado con puertas, amurallado y rodeado por un foso, era prácticamente una ciudad. Jamás se permitió a occidental alguno experimentar sus placeres.
Yoshiwara a finales del período Edo. Estética Oiran - Taiyū.
Shinyoshiwara, periodo EdoFlores de cerezo en el Yoshiwara (Yoshiwara sakura no zu), Fiesta privada en Yoshiwara Amanecer en Nihon Embankment en Emonzaka en Nueva Yoshiwara (Shin Yoshiwara Nihon-zutsumi Emonzaka akebono) Concurso de nuevas bellezas en Yoshiwara (Yoshiwara keisei shin bijin awase jihitsu kagami)
Había una muy clara diferencia entre las geishas y las oiran. Las geishas eran —y son— artistas profesionales y no necesitaban satisfacer a sus clientes con relaciones sexuales, ya que para ello contaban con la música y la poesía, cantando y tocando instrumentos musicales como podrían ser el koto o el shamisen. La danza y la poesía estaban también entre sus pulidas habilidades. Por otro lado las oiran, divertían a sus clientes mediante la conversación y las gratificaciones sexuales.
Las cortesanas de Yoshiwara constituían la élite de la prostitución. Si la idea era satisfacer sus necesidades serxuales, podían ir a cualquier burdel ilegal. Por toda Edo había muchísimas prostitutas ilegales y baratas, pero preferían acudir a Yoshiwara, ya que era un lugar sumamente prestigioso y especial.
La gente común no podía permitirse el lujo de pagarse a una Oiran o tayū
Reclutadas en su infancia entre las familias humildes, tanto a geishas como a oiran, se instruían en la estricta etiqueta y desarrollaban un magnífico sentido del estilo y el refinamiento artístico. Su capacidad de mantener una conversación acerca del último estreno de teatro o del cotilleo del momento, era tan importante como lo que venía a continuación. Las Oiran y sus clientes se veían en las vecinas casas de té, éstas constituían unos exclusivos centros, donde se daban donde se daban cita la elegancia y la inteligencia, muy al estilo de los cafés londinenses de la época. Disfrutar como es debido de los placeres de Yoshiwara, era todo un arte.
Las oiran de Yoshiwara estaban aleccionadas para considerarse superiores a sus clientes. Si un hombre deseaba visitar Yoshiwara, antes debía prepararse durante seis meses. Tenía que adquirir un bien juego de espadas y elegir muy bien lo que iba a ponerse ya que ahí no se iba de cualquier manera. La cortesana, tenía derecho de rechazar a un cliente si no le gustaba aunque éste pusiera permitirse pagarle, por lo tanto necesitaba darle una buena impresión cuando las visitara. A demás, en cuanto un hombre se comprometía con una, tenía prohibido ver a otras mujeres. Y si se veía con otra a escondidas, el gremio de prostitutas tenía perfecto derecho a sancionarlo. Se le rapaba el pelo, se le vestía con un kimono rojo de mujer y todo el mundo lo vituperaba.
Los precios de la época para poder acceder a los servicios de una oiran o taijū, variaban según el estatus de las mísmas. Existían tres niveles:
- 昼三 (ちゅうさん Chūsan)
Es necesario, al menos 130 mil yenes
por una noche. - 座敷持 (ざしきもち Zashikimochi)
Más o menos 50 mil yenes por una noche. - 部屋持 (へやもち Heyamochi)
Más de 25 mil yenes por una noche.
Yoshiwara engendró sus propias y exclusivas costumbres. Un arte, una moda y un lenguaje característicos. Daba la impresión de ser un mundo ajeno a las crudas realidades de la vida.
Vivir solo para el momento. Dedicar todo nuestro tiempo a los placeres de la luna, la nieve, los cerezos en flor y las hojas de arce. Entonar canciones, beber sake. Acariciarnos, e ir a la deriva, sencillamente a la deriva. Sin preocuparnos jamás por la falta de dinero. Negandonos a perder el ánimo. Como una calabaza que flota arrastrada por la corriente del río. Esto es lo que llamamos, ukiyo "El mundo flotante"
El término "Ukiyo" conservaba su sentido budista de la transitoriedad de esta vida. de su provisionalidad. Los sufrimientos de esta vida seguían existiendo, sobre todo para las oiran, que experimentaban ciertos problemas. Eran muy infelices, y a pesar de todo, tenían que ofrecer una imagen radiante y alegre a la ciudadanía en general.
Un gran incendio (1657) destruyó el burdel Yoshiwara en Nihonbashi. El sitio propuesto para la reconstrucción, fue detrás del Templo Sensoji.
Yoshiwara solicitó que se construyera tal y como había sido siempre y en el mismo sitio, pero la petición cayó en saco roto y finalmente fue trasladado a Nihontsutsumi, detrás del Templo Sensoji.
Después de la reconstrucción, el terreno se revalorizó un 5% y se permitieron los negocios nocturnos además de los habituales.
El antiguo Nihonbashi se llamaba Motoyoshiwara, y el de Asakusa se llamaba oficialmente Shinyoshiwara (Yoshiwara para abreviar).
También se conocía como "Hokkaku" situada al norte del castillo de Edo.
Yoshiwara fue azotado por el fuego en varias ocasiones y ésto provocó que provisionalmente abrieran negocios donde designaba el gobierno mientras estaban construyendo el barrio. Así, fortuitamente muchos de los parroquianos que no se hubieran acercado al barrio del placer, tuvieron acceso a, no solo eso, sino a mucha de la especial cultura que se desarrollaba en el famoso burdel.
Al final del período Tokugawa, se quemó 18 veces en total.
La decadencia
A mediados del siglo XVIII, e distrito recreativo empezó a adquirir cada vez peor cariz. Los propietarios de los burdeles perdieron su orgullo. Se habían convertido en esclavos de la avaricia y eran mucho menos compasivos. Algunos se volvieron muy muy crueles, trataban fatal a las prititutas y se produjeron algunas muertes. Hacia finales de este periodo a las prostitutas enfermas, se les negaban las medicinas y los cuidados y cuando morían, se las arrojaba a una fosa anónima.
Fotos: Archivo / Solusan
Fuente:
- Extracto interpretado del documental "El fin de los samurái"
- https://www.edo-yoshiwara.com/
me parece muyyy bueno. me gustaria sab er como apostilla como surge el barrio de Gion
pero este trabajo es muy bueno
Excelente informe