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Sé que con estas aseveraciones voy desmoronar algunos recuerdos entrañables de la infancia. La respuesta corta es: No. No existieron. Sin embargo la respuesta larga es, si cabe, mucho más interesante. ¿Me dejas que te lo explique? 😊

El mito popular retrata a los ninja como un grupo de espías y asesinos legendarios que operaban en el Japón feudal. Se les representa vestidos completamente de negro, incluyendo una máscara que solo dejaba los ojos al descubierto. Se les atribuyen habilidades casi sobrehumanas como:

  • Capacidad de camuflaje y sigilo supremos, hasta el punto de volverse virtualmente invisibles.
  • Dominio experto de diversas artes marciales y técnicas de combate, tanto armado como desarmado.
  • Conocimientos avanzados en disciplinas como estrategia militar, toxicología, farmacología, ingeniería, entre otras.
  • Poderes místicos como caminar sobre el agua, transformarse en animales, lanzar poderosos ataques de energía, etc.

Se dice que empleaban un vasto arsenal de armas especiales como las shuriken (estrellitas arrojadizas), la espada ninjato de hoja recta, redes para atrapar, bombas de humo y diversos accesorios ingeniosos como ganchos para escalar, tubos de bambú para respirar bajo el agua e incluso unos curiosos "zapatos de agua" para caminar sobre la superficie.

Sin embargo, los historiadores señalan que no existen evidencias arqueológicas que respalden la existencia de tales armas y accesorios con los diseños descritos en el mito, al menos para las épocas en que supuestamente operaban los ninja. La mayoría de los artefactos asociados a ellos datan en realidad del período Edo (1603-1868), cuando el mito ya se había establecido.

Los orígenes reales del mito

Para desentrañar la auténtica historia de los ninja, debemos sumergirnos en el periodo Sengoku de Japón, una era definida por la guerra continua y la inestabilidad política que se extendió desde mediados del siglo XV hasta el fin del siglo XVI. Esta época de fragmentación política vio a Japón dividido en numerosos dominios feudales, cada uno gobernado por un señor feudal o daimyo, enfrascados en luchas constantes por el territorio y el poder.

En medio de este caos, algunas áreas lograron mantener una cierta independencia, no estando bajo el control directo de los daimyos más poderosos, sino administradas por agrupaciones de locales denominadas "ikkis". Estos grupos estaban compuestos por una mezcla de samuráis de bajo rango, campesinos y, en ocasiones, monjes, que defendían sus comunidades mediante el uso de tácticas de guerrilla. La provincia de Iga, gracias a su terreno montañoso y difícil, se destacó como un centro de resistencia particularmente efectivo contra las fuerzas invasoras.

El primer intento de invasión de Iga por parte de Oda Nobunaga, uno de los señores feudales más poderosos y determinantes en la unificación de Japón, culminó en un fracaso notable. Los habitantes de Iga, utilizando su conocimiento profundo del terreno local y su destreza en tácticas de guerrilla, lograron repeler al ejército de Nobunaga, liderado en esta ocasión por uno de sus generales más confiables. Sin embargo, la determinación de Nobunaga por someter Iga no se vio disminuida por este revés.

Mapa de Japón en la Era Sengoku

Dos años después del primer intento fallido, en 1581, Oda Nobunaga lanzó un segundo asalto contra Iga, esta vez personalmente supervisando la campaña. A diferencia de la primera incursión, el ejército de Nobunaga estaba mejor preparado y contaba con la ventaja de un conocimiento más profundo de la geografía y las tácticas de Iga. Esta ofensiva fue liderada por su hijo, Oda Nobukatsu, quien comandó un contingente masivo que no dejó margen de error en su objetivo de someter la provincia. Con una fuerza abrumadora y una estrategia meticulosamente planeada, Nobunaga y Nobukatsu lograron finalmente conquistar Iga, superando la resistencia de los locales. La caída de Iga bajo el control del clan Oda marcó un momento decisivo, evidenciando la futilidad de resistir ante el avance implacable de Nobunaga hacia la unificación de Japón.

Los sobrevivientes de Iga, dispersos tras la derrota, se vieron obligados a huir y buscar refugio en otras regiones. Un número significativo de estos guerrilleros encontró empleo bajo el mando de otros señores feudales, quienes valoraban su experiencia en tácticas de guerrilla, espionaje y sabotaje. La reputación de estos guerreros de Iga, forjada en la resistencia exitosa durante el primer asalto y su habilidad para desafiar, aunque brevemente, al poderoso clan Oda, se convirtió en la base de lo que evolucionaría en el mito de los ninja.

Es esencial reconocer que estos guerrilleros no eran miembros de un "clan ninja" secreto y milenario, sino individuos ordinarios: aldeanos, campesinos, y samuráis de bajo rango, unidos por la necesidad de proteger sus hogares y su modo de vida. Sus estrategias de guerrilla y el conocimiento íntimo del terreno les proporcionaron una ventaja inicial significativa contra un enemigo superior en número.

Esta mezcla de realidad histórica y la gradual idealización y mitificación de sus hazañas a lo largo de los siglos subraya la complejidad del mito ninja. En el período posterior de paz y estabilidad bajo el shogunato Tokugawa, las leyendas de los valientes defensores de Iga fueron embellecidas y amplificadas en las "novelas de guerreros", transformando a estos guerrilleros en los misteriosos y casi sobrenaturales ninja de la ficción popular. Este proceso de mitificación se vio influenciado no solo por la literatura sino también por el arte del período Edo, llevando a los ninja más allá de sus raíces históricas hacia el reino del mito y la leyenda que hoy conocemos y celebramos en diversas formas de entretenimiento y cultura popular.

La verdadera historia de los ninja, entonces, es tanto una crónica de resistencia y astucia en una era de guerra sin fin, como un testimonio del poder de la narrativa para transformar y elevar a figuras históricas a iconos culturales trascendentales.

Los "Ikki" organizándose contra sus invasores.

El significado y origen de "Ninja"

La historia de Japón está salpicada de figuras sombrías y misteriosas, entre ellas, los ninja, cuya sola mención evoca imágenes de guerreros vestidos de negro, expertos en el arte del engaño y la guerra sigilosa. Para desentrañar la esencia de estos enigmáticos personajes, es esencial explorar tanto el origen lingüístico como el contexto histórico de los términos "ninja" y "shinobi".

El término "ninja" se compone de dos kanjis: 忍, que denota "soportar" o "esconderse", y 者, que significa "persona". Esta combinación, 忍者, se traduce como "la persona que se esconde" o "la persona que persevera". Este nombre sugiere una profunda capacidad para enfrentar adversidades, manteniendo un perfil bajo.

En paralelo, "shinobi" deriva del mismo kanji 忍, enfatizando la acción de ocultarse o moverse secretamente. A menudo formaba parte de la expresión "shinobi no mono" (忍びの者), reflejando directamente su papel como espías o agentes encubiertos. Aunque en la actualidad se usan indistintamente, "shinobi" pone más énfasis en las estrategias de espionaje y sigilo.

Términos históricos vs. creaciones literarias

Entre los términos arraigados en la realidad histórica se encuentran:

  • Shinobi (忍び) y Suppa (粛破 / すっぱ), que describen a los verdaderos practicantes de espionaje y tácticas no convencionales en el Japón feudal.
  • Oniwaban (御庭番), un grupo específico que servía al shogunato Tokugawa, encargado de la seguridad y la recolección de inteligencia.

Por otro lado, la literatura y la cultura popular han embellecido y, en algunos casos, inventado aspectos de la figura del ninja, como:

  • Ninja (忍者), un término que, aunque basado en los auténticos shinobi, ha sido expandido significativamente por la ficción para incluir habilidades y herramientas extraordinarias.
  • Kunoichi (くノ一), que representa a las mujeres ninja en un papel que ha sido romanticizado más allá de la participación femenina en el espionaje histórico, convirtiéndose en un elemento fijo de las narrativas modernas sobre ninja.

Esta diferenciación subraya cómo los roles y la terminología asociada con los shinobi de la vida real han sido transformados por la narrativa y el entretenimiento a lo largo de los siglos, evolucionando desde agentes de espionaje pragmáticos hasta los legendarios guerreros sobrenaturales de hoy.

Al considerar tanto los fundamentos lingüísticos como las interpretaciones históricas y culturales de "ninja" y "shinobi", podemos apreciar la compleja tapeztría que constituye su legado, uno tejido a través de hechos reales y ficción imaginativa, reflejando tanto su importancia en la historia japonesa como su impacto perdurable en la cultura popular mundial.

La literatura del Período Edo y la construcción del mito ninja

El período Edo de Japón, que se extendió desde 1603 hasta 1868, fue una era de paz relativa bajo el shogunato Tokugawa. Este ambiente permitió que florecieran las artes y la cultura, incluida la literatura, que jugó un papel crucial en la formación de la imagen moderna de los ninja. Durante esta época, se cultivó un cuerpo literario que, a través de la ficción y el entretenimiento, comenzó a perfilar el mito del ninja tal como lo conocemos hoy.

La Ficción y el nacimiento del mito

En el Japón del período Edo, las "novelas de guerreros" (武士道物語, bushidō monogatari) se volvieron increíblemente populares. Estas obras, junto con las representaciones en el teatro Kabuki y las historias contadas en los emaki (rollos pictóricos), comenzaron a presentar versiones exageradas y románticas de los héroes y acontecimientos históricos, incluidos los shinobi o los guerreros de Iga.

Un factor crucial en la construcción del mito fue la necesidad de los autores de encontrar antagonistas adecuados para sus héroes samuráis. Debido a que la figura del samurái estaba imbuida de un fuerte sentido de honor y virtud, los escritores buscaban a menudo "villanos" fuera del estamento samurái. Aquí es donde los ninja, con su supuesta disposición al engaño y su habilidad para moverse en las sombras, se convirtieron en los candidatos perfectos.

Representaciones dramáticas y la visualización del ninja

Las representaciones de ninja en el teatro Kabuki y otros medios populares de la época tendían a enfatizar aspectos espectaculares y exóticos, distanciándose aún más de cualquier base histórica real. Los ninja eran frecuentemente retratados vestidos de negro, una elección estética que probablemente derivó de los kuroko (黒子) del teatro tradicional japonés, quienes, vestidos totalmente de negro, manejan los accesorios y escenografía sin ser "vistos" por el público. Esta imagen se convirtió en sinónimo del ninja en la cultura popular, a pesar de que en operaciones reales, el sigilo habría requerido una variedad de disfraces.

La literatura como vehículo de legado

Curiosamente, las restricciones impuestas por el shogunato Tokugawa a la literatura y el arte —específicamente, la prohibición de retratar el período contemporáneo para evitar críticas políticas— impulsaron a los escritores a ambientar sus historias en el pasado, particularmente en los tumultuosos períodos Sengoku o Heian. Esto permitió que los relatos de shinobi y actos de espionaje se entrelazaran con eventos y figuras históricas, otorgando una aura de autenticidad a las historias que, a su vez, enriquecieron el folclore ninja.

El resultado fue una amalgama de realidad histórica y ficción que se ha entrelazado tan estrechamente que, para muchos, el mito y la historia son indistinguibles. Los guerreros de la sombra que una vez sirvieron a señores feudales y daimyos en misiones de espionaje y sabotaje se transformaron en figuras casi míticas, capaces de hazañas sobrehumanas y dotadas de un arsenal de armas ingeniosas.

Este proceso de mitificación, que comenzó en el período Edo y continuó a través de la modernidad con la proliferación de películas, libros y cómics, ha hecho de los ninja uno de los iconos culturales más perdurables de Japón. A pesar de que la imagen popular puede alejarse significativamente de la realidad histórica, refleja la fascinación humana por los héroes y villanos que operan desde las sombras, un tema universal que trasciende culturas y épocas.

La perpetuación del mito

La historia de los ninja, tal como la conocemos hoy, es un entrelazado complejo de realidad histórica y mito expandido a través de siglos de transformación cultural. La perpetuación de este mito no solo destaca la fascinación duradera por estos enigmáticos personajes sino también cómo las narrativas pueden adaptarse y ser absorbidas por nuevas culturas y medios.

En 1745, un momento decisivo marcó la evolución del mito ninja: el Shogunato Tokugawa prescindió de los servicios de los descendientes de los guerrilleros de Iga, quienes habían servido en labores de espionaje e infiltración. Este cambio forzó a estos individuos, ahora desempleados, a reinventarse. Comenzaron a enseñar lo que denominaron "arte ninja" o ninjutsu, una mezcla de diversas artes marciales, dando origen a una "tradición inventada" que capturó la atención tanto en Japón como, eventualmente, en Occidente.

La introducción del mito ninja a audiencias occidentales se catapultó con la película de James Bond "You Only Live Twice" (1967), donde los ninja se presentaron con trajes negros y habilidades casi sobrenaturales. Esta película no solo ofreció una primera mirada a estos personajes en un contexto occidental sino que también estableció un precedente para su representación en la cultura popular.

Desde ese momento, el mito se ha perpetuado y amplificado en innumerables películas, series, videojuegos, cómics y libros, muchos de los cuales han sido creados por autores fascinados por la figura del ninja pero que, en su entusiasmo, han tomado el mito al pie de la letra, presentándolo como un hecho histórico más que como ficción.

La globalización del mito ninja, que comenzó con una adaptación cultural y continuó a través de la era del entretenimiento masivo, ha sido impulsada en parte por figuras icónicas como Bruce Lee y, más tarde, por la influencia de Quentin Tarantino en películas como "Kill Bill". Estas representaciones han jugado un papel crucial en mantener el mito ninja vivo en la imaginación popular, aunque a menudo a expensas de su precisión histórica.

Además de las representaciones en el cine y la televisión, la figura de Hattori Hanzo (服部半蔵), un samurái real del siglo XVI que se ha convertido en un personaje legendario en la cultura popular, ejemplifica cómo se entremezclan historia y mito. A menudo retratado como un líder ninja o el ninja supremo en videojuegos, anime y películas, la realidad es que Hanzo fue un samurái destacado por su servicio bajo Tokugawa Ieyasu, contribuyendo a la confusión general sobre lo que realmente eran los ninjas. Este tipo de interpretaciones ha sido impulsado notablemente por figuras de la cultura pop como Quentin Tarantino, quien nombró a un personaje en su película 'Kill Bill' en honor a Hanzo, perpetuando aún más la fascinación y los malentendidos en torno a estos guerreros históricos.

La perpetuación del mito ninja refleja no solo el poder de la narrativa y el entretenimiento para cruzar fronteras culturales sino también cómo las historias se transforman y se adaptan con el tiempo. Desde sus orígenes en las sombrías provincias de Iga hasta las pantallas de cine y consolas de videojuegos de todo el mundo, los ninja han evolucionado de agentes históricos a iconos de la cultura pop, demostrando la capacidad única de los mitos para inspirar, entretener y educar a través de generaciones.

La realidad académica

En contraste con la popular imagen de los ninja, llena de misterio y poderes sobrenaturales, los historiadores y expertos están de acuerdo en que esta representación se aleja mucho de la realidad. Todos coinciden en que no hay pruebas sólidas que respalden la idea de los ninja como guerreros con habilidades mágicas y un arsenal de armas legendarias.

Durante el periodo feudal en Japón, ciertamente operaron individuos y grupos especializados en espionaje, infiltración y asesinato bajo el mandato de diversos señores feudales, una práctica no exclusiva de Japón sino común a múltiples contextos históricos globales. No obstante, la idea de que estos agentes constituyeran una hermandad secreta, unidos por códigos únicos, entrenamiento especial y armamento místico, carece de fundamento en la documentación histórica confiable.

Dentro de los círculos académicos, Stephen Turnbull emerge como una figura preeminente por su labor de discernimiento entre el mito y la realidad histórica de los ninja. Sus investigaciones revelan que la narrativa popular que rodea a los ninja se deriva mayormente de literatura ficticia del período Edo, la cual tendía a magnificar y distorsionar las hazañas de guerrilleros como los de Iga para fines de entretenimiento y enseñanza moral.

En resumen, la postura unánime entre los académicos sostiene que la imagen de los "ninja" imbuidos de habilidades extraordinarias, tal como se les presenta en la cultura de masas contemporánea, es fundamentalmente un producto de la ficción. Si bien el ninjutsu es reconocido como una práctica marcial legítima, su conexión con los supuestos "clanes ninja" de la antigüedad es, en el mejor de los casos, tangencial. Esta distinción crucial entre el mito y la realidad no solo enriquece la comprensión de la historia japonesa sino que también recalca la importancia de abordar el estudio de figuras legendarias con un enfoque crítico y basado en evidencias.

Basado en la publicación "López-Vera, Jonathan. “La verdadera historia de los ninja” en HistoriaJaponesa.com, 2017."

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